02.03.2022 | Desmintiendo mitos
Nuevas variantes del coronavirus: ¿cómo influye la química?
A menudo aparece en los medios de comunicación la noticia de una nueva variante del coronavirus. Sin embargo, este hecho por sí mismo no tiene gran relevancia ya que las mutaciones forman parte de la propia idiosincrasia de los virus, que están cambiando constantemente.
Actualmente hay miles de variantes del coronavirus pero la mayoría presentan diferencias tan insignificantes que no tienen mayor interés. Entonces, ¿por qué se habla tanto de la variante ómicron o la variante delta? ¿Qué tienen de especial? Te lo explicamos en este artículo.
¿Qué es un virus y cómo se produce una mutación?
Para saber cómo mutan los virus, empecemos por entender qué son. Los virus son básicamente un montón de información genética que no se reproduce como lo hacen los seres vivos pero pueden hacer copias de ellos mismos para propagar la infección. Durante este proceso se pueden producir errores y que se cree una copia imperfecta a la que llamamos mutación.
En algunos tipos de virus estos errores se producen más frecuentemente que en otros. Por ejemplo, el virus de la gripe y el del VIH mutan muchísimo más que el SARs-CoV-2.
Entre otras cosas, la rapidez de las mutaciones de un virus depende del tipo de información genética que contiene. Esta puede almacenarse en moléculas de ADN (como ocurre con nuestras células) o de ARN (el caso del coronavirus, el virus de la gripe y el del VIH). Los virus con genoma ARN mutan más frecuentemente que los de ADN. Podemos echarle la culpa a sus enzimas, que se equivocan a menudo, introduciendo cambios en la secuencia del genoma.
Y es que para multiplicarse, los virus se basan en su información genética, que funciona como un enorme manual de instrucciones en el que se explica paso a paso cómo se debe hacer la copia del virus.
Al infectar una célula, el virus introduce su información genética, con lo cual la célula recibe el “manual de instrucciones” y, sin cuestionárselo, empieza a actuar como este le indica: ella misma se convierte en una fábrica de virus.
Pero, como decíamos, las copias de los virus pueden ser imperfectas y dar lugar a mutaciones. Algunas de estas mutaciones pueden ser beneficiosas para el virus y darle más capacidad de infección. No obstante, también hay mutaciones que no provocan ninguna consecuencia importante o que incluso sean perjudiciales para la supervivencia del virus.
Diferencia entre nueva variante y nueva cepa de coronavirus
Las mutaciones, que se suceden continuamente, dan lugar a nuevas variantes. En estos casos, podemos identificar diferencias claras respecto al virus original pero las vacunas siguen funcionando contra él.
Cuando se acumulan muchas mutaciones, el virus puede cambiar tanto que escape del sistema inmune. En estos casos decimos que ha aparecido una nueva cepa. El ejemplo más común es el del virus de la gripe, que periódicamente crea nuevas cepas y, por esta razón, su vacuna se debe modificar cada temporada.
Actualmente, no hay nuevas cepas de coronavirus ya que sus mutaciones no han supuesto cambios importantes. Sí que han surgido variantes y éstas se han clasificado en dos grupos: las variantes de interés cuando se conoce que hay cambios y además se propagan rápidamente y las variantes preocupantes cuando hay constancia de que los cambios pueden llegar a ser un riesgo global.
Al inicio de la pandemia, las variantes se empezaron a llamar por el nombre de la zona donde se han detectado por primera vez como por ejemplo la variante británica (B.1.1.7), la variante sudafricana (B.1.351) o la variante brasileña (P.1). Con el objetivo de poder facilitar a la población sus denominaciones, a partir de mayo de 2021, la OMS empezó a utilizar el alfabeto griego y así, evitar vincularlas a un lugar concreto. Cabe añadir que estas denominaciones no sustituyen el nombre científico de las variantes. Algunas de las más que han dado más de hablar son la variante ómicron (B.1.1.529) y la variante delta (B.1.617.2).
¿Por qué algunas variantes son más infecciosas y qué tiene que ver la química?
Infección viral y química
La química nos da la explicación de por qué algunas variantes del coronavirus son más infecciosas. Y es que la capacidad infectiva de un virus depende de que las proteínas puedan unirse a otras moléculas, para lo cual utilizan principalmente enlaces de hidrógeno.
Para poder infectar una célula, las proteínas del virus se unen a las proteínas receptoras por medio de este tipo de enlaces químicos. Cuanto mayor sea el número de enlaces de hidrógeno, mayor afinidad tendrá el virus por la célula y, por lo tanto, será necesaria una menor cantidad de virus para provocar la infección.
Es por ello, que llevar una vigilancia continua de las variantes es fundamental para poder predecir qué efecto tendrán sobre las vacunas.
¿Funcionan las vacunas contra el coronavirus ante las nuevas variantes?
Se está empezando a conocer el modo en que las vacunas inciden en las variantes del coronavirus. Los datos que se disponen en la actualidad muestran que las vacunas siguen siendo eficaces frente a las nuevas variantes preocupantes que existen en la actualidad, tanto para prevenir la muerte como los síntomas graves de la enfermedad. Cabe señalar que las vacunas ofrecen distintos grados de protección, además de que ninguna vacuna supone un 100 % de inmunidad.
Por ello, aun estando vacunado puedes infectarte y padecer síntomas, así como también puedes seguir contagiando a otras personas. Por esta razón, siguen siendo importantes las medidas de precaución. No obstante, en el peor de los casos hay que tener en cuenta que modificar una vacuna es más sencillo y rápido que crear una desde cero.
En conclusión, es necesario seguir vigilando el comportamiento del SARS-CoV-2 y ver cómo cambia, además de estudiar nuestros propios anticuerpos y su respuesta ante el coronavirus a lo largo del tiempo. No obstante, no debemos alarmarnos por que existan nuevas variantes del coronavirus ya que es un proceso normal en todos los virus.