06.07.2022 | Química y lifestyle
Hay química en las frutas de verano
Con la llegada del verano, las frutas se convierten en alimentos enormemente apetecibles y, aún más, si se consumen tras estar unas horas en el frigorífico. Es posible que hayas escuchado que los alimentos “sin químicos” son más saludables. Pero la naturaleza es muy sabia e incluso productos como las frutas de verano contienen químicos que les dotan de su característico sabor y textura.
Elementos químicos de las frutas de verano
Desde la sandía o el melón hasta las frambuesas o las fresas, todas ellas son frutas de verano que poseen abundante agua, fibra y micronutrientes. Además, de forma natural contienen más de 350 sustancias químicas. Sin embargo, las frutas no son los únicos alimentos que poseen componentes químicos: bebidas como la cerveza también son una mezcla de diferentes sustancias químicas.
Frutas de verano: las fresas
Por ejemplo, en el caso de las fresas, encontramos concretamente tres hormonas vegetales, también conocidas como fitohormonas. Estas son producidas por la propia planta y consiguen que la fruta de verano tenga un sabor tan dulce.
Una de ellas es la hormona auxina. Su función es controlar el proceso de maduración y, como resultado, mejora el sabor y calidad de la fresa. Por ello, muchos cultivos añaden productos con auxina para ayudar a la planta a obtener frutos de mayor calidad.
Esta fruta de verano tiene muchas propiedades. Entre ellas, destacamos su elevada cantidad de vitamina C, así como de ácido fólico. Las fresas también son fuente de hierro, calcio, yodo, fósforo, magnesio, potasio y fibra. ¡No desaproveches su temporada, entre marzo y julio!
Frutas de verano: las moras
Otra fruta de verano es la mora. Estas tienen altos niveles de antocianinas y compuestos fenólicos, principalmente flavonoles y elagitaninos, que contribuyen a su alta capacidad antioxidante.
La temporada de las moras abarca del mes de agosto a octubre. Esta fruta de verano tiene una amplia gama de nutrientes, entre los que encontramos minerales como potasio, magnesio, manganeso y calcio. Asimismo, es rica en vitaminas A, C, E y B.
Frutas de verano: las sandías
Una de las frutas que más representan el verano es la sandía. Las más populares son de color rojizo. Este color se debe a que está compuesta principalmente por un tipo de pigmento conocido como licopeno. En cambio, los responsables del aroma de esta fruta son los aldehídos. Este compuesto orgánico se genera tras el proceso de oxidación enzimática de ciertos ácidos grasos cuando se corta la fruta.
La sandía cuenta con vitamina C y vitamina A, las cuales son excelentes para proteger la salud de la piel y los ojos de los rayos solares. Esta fruta de verano, que se consume de junio a septiembre, también es fuente de nutrientes como el potasio y el calcio.
Propiedades químicas de las frutas de verano
Como hemos comentado, la composición química de las frutas de verano, así como de las hortalizas en general, se caracteriza principalmente por una alta proporción de agua, bajo contenido en grasa y proteínas e incluso podemos encontrar carbohidratos. Destacan especialmente por su gran aporte de vitaminas, minerales y fibra.
Además, un consumo de frutas y verduras en niveles adecuados ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, controlar la presión arterial, favorecer el buen funcionamiento del sistema digestivo, entre otros.
La maduración de las frutas está ligada a modificaciones físicas y químicas. Durante este proceso se genera un ablandamiento, endulzamiento, cambios en el aroma y en la coloración. Cuando se recolecta, las frutas quedan separadas de su fuente natural de nutrientes. Aun así en sus tejidos se siguen desarrollando actividades metabólicas, gracias a la energía que se obtiene de la oxidación de azúcares y otros sustratos, como los ácidos orgánicos, con formación de dióxido de carbono y de agua.
Transformación de las propiedades químicas de las frutas de verano
Como hemos visto anteriormente, durante el proceso de maduración de la fruta se llevan a cabo diversas transformaciones. Una de las más notables es la desaparición del sabor agrio. Esto se debe a que la concentración de los ácidos propios de la fruta, como el málico y el cítrico, va disminuyendo con la maduración y, como resultado, disminuye el sabor amargo.
Otro cambio muy visible en la fruta es la modificación de su aspecto verde a otro color. En este caso se debe a una degradación de la clorofila y, al mismo tiempo, una síntesis de otros pigmentos rojos y amarillos.
¿Cómo contribuye la química a conseguir frutas y hortalizas?
La relación entre química y alimentos no solo se manifiesta en el producto final. Esta ciencia también influye en todo el ciclo de vida de la comida. Por ejemplo, la química ha mejorado en gran medida la producción agrícola. Entre otros, gracias a ella contamos con fertilizantes y abonos que mejoran el rendimiento de las cosechas, plaguicidas y pesticidas que las protegen.
Además, la química también ha ayudado a conocer las características del suelo, a purificar el agua e incluso los aditivos alimentarios han logrado que podamos conservar los alimentos más tiempo y no depender, como sucedía en el pasado, del consumo estacional.
Una vez más, podemos afirmar que la química está presente en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, ¡hasta en las frutas de verano!